Nuestros clientes siempre se interesan por qué ver en Caravaca de la Cruz. Han oído que Caravaca de la Cruz es uno de los pueblos más bonitos de España, que forma parte de un grupo selecto de pueblos donde la belleza es uno de los puntos que más los unen. No solo enamora al viajero, su localización y su gastronomía es un punto muy a su favor.
Los turistas que llegan hasta aquí no solo tienen en mente visitar la localidad, saben que alrededor de Caravaca de la Cruz hay centenares de cosas a descubrir, como fabulosas rutas de senderismo, mágicas cascadas, acueductos romanos, pinturas rupestres y bosques casi impenetrables.
Caravaca de la Cruz es una ciudad situada en un enclave fronterizo entre Murcia y Granada. Una población por la que pasaron, sucesivamente, íberos, romanos y musulmanes y que se encuentra construida en torno a su Castillo, levantado en el s. XV por la Encomienda de los Templarios.
La ciudad es un lugar de referencia para el culto de la Iglesia católica ya que desde 1998, durante el papado de Juan Pablo II, está catalogada como una de las ocho ciudades santas de esta confesión religiosa al disponer del privilegio de celebrar Año Jubilar a perpetuidad cada siete años en torno a la Santísima y Vera Cruz de Caravaca. El primero de ellos tuvo lugar en 2003 y contó con la visita del cardenal Ratzinger, posteriormente elegido como papa con la denominación de Benedicto XVI. Por esta circunstancia, y por el propio nombre del municipio, también se la conoce como «la Ciudad de la Cruz»
Pero Caravaca es, esencialmente, la Ciudad Santa, la ciudad de la Cruz que lleva su nombre. Según la leyenda, en 1232, el rey moro Abú Zeid se convirtió al cristianismo cuando contempló cómo dos ángeles bajaban del cielo una cruz para que un sacerdote preso en el castillo pudiera decir misa.
Esta leyenda dio lugar a la construcción, a partir de 1617 y en el recinto de la propia fortaleza, del principal monumento de esta localidad del Noroeste murciano, el Santuario de la Vera Cruz. Una construcción en la que destaca su lujosa portada de mármol rojo de Cehegín en la que se hace toda una exaltación de la Santa Cruz.
Además de ser conocida por la reliquia cristiana y su bello Casco Antiguo de origen medieval, lo es también por las Fiestas Patronales en Honor a la misma, celebradas entre los días 1 y 5 de mayo de cada año, declaradas de Interés Turístico Internacional en 2004. Junto a las procesiones y desfiles de Moros y Cristianos, es especialmente relevante el festejo de los Caballos del Vino, declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2020.
Caravaca de la Cruz desfila y galopa, y lo hace del 1 al 5 de mayo celebrando una de las fiestas más espectaculares del calendario, las de la Santísima y Vera Cruz. Su declaración de Interés Turístico Internacional está más que justificada. Son cinco días de diversión ininterrumpida en los que la localidad se desborda de vitalidad, visitantes y ganas de pasarlo bien. Las luchas entre moros y cristianos, las escaramuzas fronterizas con el Reino Nazarí de Granada y la gesta de un grupo de caballeros templarios son el guión de estos festejos.
El Palacio de los Uribe (s. XVI) acoge el museo de la Fiesta donde podrá vivirlas en primera persona. Se encuentra ubicado en C/Las Monjas, 19.
También puede visitar El Museo de Los Caballos del vino ubicado en la casa señorial de la familia Muso Melgarejo, edificio barroco preciosamente restaurado, situado en el casco antiguo de nuestra ciudad, a unos pasos de la Plaza de los Caballos del Vino en la Calle Gregorio Javier nº21.
El 30 de abril arrancan las fiestas con la Noche de las Migas. Las calles hierven con charangas, batucadas y con el colorido de las peñas migueras, que se reúnen en la Plaza del Hoyo elegir las mejores. El 1 de mayo se celebran actos tan populares como la Ofrenda de Flores, el Concurso de Caballos a Pelo y la Exposición de Mantos, auténticas obras de arte tejidas con seda e hilos de plata y oro, con las que se engalanan los caballos al día siguiente.
En la mañana del 2 de mayo se celebran los Caballos del Vino (declarados patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2020), el día grande de las fiestas. Los únicos requisitos para no desentonar son ponerse un pañuelo rojo al cuello, llevar una camisa blanca y mentalizarse de que se va a asistir a una de las fiestas más atronadoras de España.
Cientos de miles de personas se reúnen para vivir en directo la mítica carrera. Todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. Cuatro mozos corren junto a cada caballo en una intensa galopada que termina en la explanada del Castillo y en la que se rememora un hecho increíble que ocurrió hace 700 años. Cuenta la leyenda que en ese tiempo los musulmanes tenían sitiado el castillo de la ciudad santa. Entonces, un grupo de templarios consiguió romper el cerco, introducir con sus caballos alforjas repletas de vino y salvar al pueblo de morir por el agua envenenada con la que los enemigos habían contaminado los aljibes.
Las fiestas de Moros y Cristianos de Caravaca son la rememoración de las luchas e incursiones que sufrió este territorio durante la Baja Edad Media. A diferencia de otras localidades, además de los clásicos desfiles de kábilas y grupos cristianos, el espectáculo incluye representaciones históricas como simulacros de batallas y capturas de bandera.
El 3 de mayo no puedes perderte la procesión que va por las calles del casco antiguo desde la Iglesia del Salvador hasta el Templete. Es uno de los momentos más bonitos de estas fiestas, así como el Parlamento entre los reyes moro y cristiano y el Baño de la Cruz en el Templete, un acto multitudinario y de mucha devoción.
El 4 de mayo tiene lugar el Gran Desfile, en el que moros y cristianos lucen sus mejores galas levantando al público de sus tribunas a ritmo de marchas moras y cristianas. El 5 de mayo la Procesión de Subida de la Sagrada Reliquia a la Basílica Santuario pone el mejor colofón posible a las fiestas.
- Castillo y Basílica-Santuario de la Santísima y Vera Cruz
- Iglesia Parroquial de El Salvador
- Ermita de la Reja
- Iglesia de La Soledad – Museo Arqueológico Municipal
- Convento e Iglesia de San José
- Templete
- Ayuntamiento
- Torreón de Los Templarios
- Iglesia de la Purísima Concepción
- Convento de Nuestra Señora del Carmen
- Monasterio de Santa Clara
- Ermita de Santa Elena - Plaza del Hoyo
Se levantan sobre una elevada colina desde la que se domina toda la ciudad. Podemos apreciar dos zonas diferenciadas entre sí y que se complementan para configurar el monumento más visitado de toda la ciudad, ya que en él se encuentra la Patrona de Caravaca: la Stma. y Vera Cruz. Por un lado, vemos el recinto amurallado cuyos orígenes islámicos encierran importantes testimonios de la época medieval caravaqueña y, en el interior de dicho recinto encontramos la Basílica-Santuario de la Sta. Cruz, obra del siglo XVII, con impresionante portada barroca del XVIII, la cual se encuentra incluida dentro del Barroco Internacional.
La zona amurallada, con restos del siglo XII y estructura del XV, ha experimentado numerosas transformaciones a lo largo de los siglos y en la actualidad conserva 14 torreones de distinta forma y tamaño, siendo la más antigua, y de construcción típicamente árabe, la llamada Torre Chacona, considerada ya en el siglo XV como la torre del homenaje de la fortaleza. El recinto fue primero de la Orden del Temple y más tarde de la Orden de Santiago, utilizándose como fortaleza militar en distintos periodos históricos.
La tradición islámica, recogida en estas murallas, se funde con la tradición cristiana al construirse en el siglo XVII en su interior la Basílica-Santuario de la Stma. y Vera Cruz, siendo ambas tradiciones las que han marcado de forma definitiva la historia de la ciudad.
El templo iniciado en 1617 con planos del carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios, arquitecto que trabajó principalmente al servicio del Duque de Lerma, fue finalizado en 1703, fecha en que se inauguró con el traslado del Santísimo; no obstante la obra no se verá concluida en su totalidad hasta bien entrado el siglo XVIII con el acabado de su famosa portada de mármoles rojos y negros. Es un edificio de tres naves, con crucero no sobresaliente, tribuna corrida y cúpula sobre el crucero. Otras dependencias de la Basílica-Santuario son la Capilla de la Cruz, en ella se encuentra la Patrona de la ciudad que puede ser visitada a diario, la Capilla de la Aparición, la de los Conjuros, el Mirador de la Reina, La Torre Chacona y el Aljibe musulmán.
El Museo de la Vera Cruz se encuentra ubicado en estas dependencias.
El conjunto mencionado fue declarado Bien de Interés Cultural de carácter Nacional en 1944.
En 1534 se firman los planos de la Iglesia de El Salvador, empezándose las obras dos años más tarde; en 1600 terminan las obras de manera precipitada, quedando inconclusa la edificación, tal como podemos apreciar actualmente. La torre sería terminada ya a mediados del siglo XVIII.
En 1571 se inaugura oficialmente el templo con la traslación del Santísimo Sacramento desde La Iglesia de La Soledad, parroquia más antigua de Caravaca de la Cruz.
Dicha iglesia constituye una de las muestras más bellas e interesantes de la arquitectura renacentista murciana, siendo una pieza fundamental del conjunto monumental caravaqueño. Es de planta salón con cuatro esbeltas columnas nervadas de estilo jónico (de casi dos metros de diámetro cada una) que sostienen las impresionantes bóvedas de crucería. Tiene siete capillas laterales anexas a las naves laterales, tres en la nave de la Epístola y cuatro en la del Evangelio, que exteriormente conforman el primer cuerpo del edificio y que fueron costeadas por varias familias nobles de la localidad. El templo está dotado de dos sacristías que flanquean la capilla mayor. A la izquierda se encuentra “la sacristía vieja” con bella bóveda agallonada; a la derecha, la que se utiliza como tal.
En la Capilla Mayor vemos el retablo barroco de José Sáez, procedente de la desamortizada Iglesia de la Compañía de Jesús.
Entre los constructores podemos citar, entre otros, a Pedro y Martín de Homa, Pedro de Antequera, Pedro y Andrés Monte, Damián Pla y Miguel de Madariaga.
Obras dignas de mención que podemos encontrar en la Iglesia son: en escultura, “La Dolorosa” de la escuela de Salzillo; “El Cristo del Prendimiento” y “San Pascual Bailón”, de Marcos Laborda, discípulo de Salzillo, y “La Piedad” de Roque López, junto a las imágenes napolitanas de “San Jerónimo” y “Santa Isabel”. En orfebrería destaca la “Cruz Mayor” y la “Custodia del Corpus”. Las magníficas rejas que cierran algunas de las capillas laterales son de Ginés García y fueron ejecutadas en los primeros años del siglo XVII.
La Iglesia Parroquial de El Salvador fue declarada Bien de Interés Cultural de carácter Nacional en 1983.
En el monte popularmente conocido en Caravaca de la Cruz con el nombre de “El Calvario”, al norte del Castillo-Santuario, se levanta la Ermita de la Reja, obra del siglo XVII y única conservada de las catorce que se construyeron y que constituían las estaciones del “Vía Crucis”.
Fueron sus patronos y fundadores D. Francisco [Muso] Muñoz de Otálora, Corregidor de Caravaca, y Catalina López, su mujer; es una obra de 1617, tal como atestigua la inscripción que aparece en su dintel. Edificada en sillería y dispuesta sobre una extensión de terreno considerable, está cubierta por bóveda hormigonada de cal.
Es de planta rectangular y cubierta a cuatro aguas cuyas lomeras descansan sobre una amplia cornisa. La fachada, que da nombre al edificio, tiene una gran reja de hierro forjado, a manera de ventana que es su única decoración. En el interior sólo se encuentra una sólida mesa de altar.
Su ubicación constituye un punto privilegiado para una visión general de la ciudad. Su vista panorámica tanto de la ciudad como de la zona de montaña es una de las más atractivas de Caravaca de la Cruz.
Edificada en el interior del antiguo recinto amurallado, fue la primera parroquia que tuvo la ciudad. Sabemos que desde fines del siglo XV se insistía en la necesidad de ampliar la antigua iglesia parroquial, obra de dos naves y cubierta a dos aguas, situada en el mismo sitio en que hoy se encuentra la actual Iglesia de La Soledad.
De sobrias líneas renacentistas el edificio se levanta sobre un muro de mampostería que sirve de muro de contención a la terraza del inmueble. Los contrafuertes cilíndricos y prismáticos que rodean a la iglesia le confieren un aspecto fortificado que recuerda el sentido medieval del templo como fortaleza, herencia del gótico.
Los muros son de mampostería y tiene dos puertas adinteladas, formando el dintel de la puerta principal una lápida con amplia inscripción romana hallada en el siglo XVI en el complejo arqueológico del Estrecho de La Encarnación.
Actualmente el inmueble está destinado a Museo Arqueológico Municipal en el que el turista puede satisfacer su curiosidad contemplando las huellas de los más antiguos pobladores de la zona, con los hallazgos arqueológicos de la “Cueva de los Alcores”, de la “Represa”… Se asombrará ante los monumentales restos romanos de La Encarnación… Admirará el amplio abanico de variadas muestras cotidianas de los íberos y otro sin fin de curiosidades que explican por qué Caravaca hoy es como es.
Fundado por Santa Teresa de Jesús en 1575, siendo el duodécimo convento de monjas de los 17 que finalmente instauró, a través de las gestiones de los PP. Julián de Ávila y Antonio Gaitán y de la madre Ana de San Alberto, primera priora.
El edificio tiene dos partes diferenciadas: la bellísima iglesia de una sola nave que se rehízo en el siglo XVIII, cuya ornamentación pertenece al último periodo del barroco: el rococó, y el monasterio de monjas carmelitas
Caravaca de la Cruz, forma parte del denominado proyecto, “Ciudades Hermanadas por Santa Teresa de Jesús”, que comenzó a trabajar conjuntamente con el resto de ciudades poseedoras de fundación dos años antes de la celebración del V Centenario del Nacimiento de la Santa (28 de marzo de 2015).
En este se dan a conocer los valores históricos, culturales y religiosos de los santos del Carmelo, sobre todo de Santa Teresa de Jesús, pero también de San Juan de la Cruz, que está profundamente ligado a nuestra ciudad. Este proyecto ha conseguido una exitosa continuidad, siendo hoy día conocido como la ruta “Huellas de Teresa”.
Abierta únicamente para exposiciones y actos culturales puntuales.
El rito del Baño de la Stma. y Vera Cruz en agua es, sin duda, el más antiguo de todos cuantos se hacen con la Santa Reliquia. Su origen se remonta muy posiblemente al siglo XIV, 1384 según Robles Corbalán, y da lugar a las Fiestas en Honor a la Stma. y Vera Cruz.
En un primer momento, ya que la ceremonia del Baño siempre se ha hecho en el mismo lugar, por ser donde confluyen las arterías de riego más importantes de Caravaca, no existía ningún monumento o similar en el sitio donde se bañaba la Sta. Cruz solo la acequia donde confluían dichas arterias de riego. Sin embargo en el siglo XVI sí se conoce ya la existencia de un Humilladero (especie de monumento dotado por lo general de una Cruz, en nuestro caso de piedra, y que se colocaba a la entrada de algunas poblaciones cristianas), en esta zona, el cual se estableció como bañadero de la Reliquia.
Ya en el siglo XVII, y dada la importancia religiosa que había alcanzado el Baño de la Cruz, se empieza a pensar por parte del Ayuntamiento y la Cofradía de la Cruz en adecentar y conservar el Humilladero, y se hace una capilla con techumbre de madera a dos aguas sostenida por pilares, que guarecía la Cruz del Humilladero.
En 1761, y dado el deterioro de la capilla existente, se manda presupuesto al Duque de Parma solicitando ayuda económica para la construcción de una nueva Capilla del Baño. Como el estado del edificio amenaza ruina, el Ayto. no espera contestación, y encarga los planos de la nueva obra al arquitecto murciano José López, los cuales fueron presentados y aprobados por el Ayto. el 2 de junio del año siguiente, trasladándose el arquitecto a la ciudad para el comienzo de las obras.
El maestro concibió un edificio de planta central en la que se inscribe un hexágono cuyos ángulos son columnas de orden dórico, adosadas a pilastras sobre las que corre el entablamento. El Templete está formado por 4 cuerpos: el podium, en que se apoya el edificio y del que sobresalen los pilares; el cuerpo principal que cierra el espacio y configura el monumento; la cúpula sobre tambor cubierta con teja árabe y, por último, la linterna dotada de seis vanos y que intenta dar a la obra una mayor esbeltez. Se trata de una edificio barroco rozando ya el neoclasicismo, y en él se sigue celebrando año tras año el rito del Baño de la Cruz cada 3 de mayo, por lo que también se conoce con el nombre de Bañadero.
El acuerdo para la construcción del actual edificio del ayuntamiento se tomó en 1737, aunque las obras dieron comienzo dos años más tarde, de manos de Antonio del Campo, Pedro Briz y Miguel Molinero, maestros de obras de Caravaca, estos dos últimos abandonarían poco después. Sabemos con exactitud que el primer cuerpo, así como la mayor parte del edificio de la Cárcel y el arco son de Antonio del Campo, el cual abandona los trabajos en febrero de 1746.
Puestas las cosas así, se acuerda continuar las obras de acuerdo a nuevos planos ejecutados por Jaime Bort, de los cuales más tarde se suprimiría la Torre del Reloj que él proyectara, y a cuyos planos originales harían modificaciones el carmelita Fray Juan de Santa Teresa y Juan García Galán.
Por fin, las obras principales concluyen en 1762 y el 3 de enero de 1763 se inaugura la Sala del Ayuntamiento ubicada sobre el arco de la Plaza. A la izquierda, sobre unas casas que amenazaban ruina, se construyó en 1807 el almudí (almacén de compra y venta de grano) en la planta baja y cuartel para las tropas en la planta alta, obteniéndose permiso en 1856 para unir la Casa Capitular y las dependencias de la planta alta (hoy dependencias municipales). El almudí estuvo habilitado como tal hasta la Guerra Civil, tras la cual pasó a convertirse en dependencias municipales, como permanece hasta la fecha.
El edificio constituía la bienvenida al pueblo de Caravaca, cuyo acceso se realizaba por la calle Puentecilla a la que se accedía por el antiguo camino de Calasparra, por lo que constituía la puerta principal a la ciudad en el siglo XVIII.
La llamada Torre de los Templarios se encuentra situada en el paraje conocido como las Fuentes del Marqués, a unos dos kilómetros del centro urbano de Caravaca; un lugar muy frecuentado por turistas y caravaqueños que aprecian las bondades de un paisaje con gran riqueza natural, abundante masa arbórea y canales de aguas cristalinas.
A la torre y a su excepcional entorno se accede por una carretera asfaltada que parte de la propia población de Caravaca. Una vez allí, el visitante dispone de amplios aparcamientos así como diversas dependencias dedicadas a la hostelería donde completar una agradable visita. Además, la entrada al interior de la torre es hoy posible gracias al establecimiento en su interior del Centro de Interpretación de la Naturaleza de las Fuentes del Marqués.
Los orígenes de esta construcción son algo confusos y habría que situarlos en torno a los siglos XVI y XVII, cuando es posible que se construyese la torre actual sobre otra más antigua. Al parecer, su nombre contemporáneo lo recibiría ya por remembranza decimonónica de la encomienda de la Orden del Temple, establecida en Caravaca por la corona de Castilla durante los primeros años transcurridos desde la Reconquista. La obra actual estaría relacionada con una explotación rural, a juicio de Navarro Suárez, de tipo señorial, que aprovecharía los excelentes recursos hídricos del lugar.
Se trata de una obra de planta cuadrangular, de generosas dimensiones, sobre cuya puerta se abre un característico óculo. Sus muros, levantados con sillería bien labrada, y sus grandes vanos, ya denotan el poco -o nulo- carácter bélico de la torre.
La torre de los Templarios está declarada Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.
Era frecuente en los pueblos de España durante el siglo XVI, edificar al mismo tiempo que se construía un gran templo de sillería y estilo puramente renacentista, construir otro de tipo popular ejecutado en materiales más pobres; es el tipo llamado mudéjar o morisco fabricado con materiales modestos como son el ladrillo o tapial, aunque a veces se podía utilizar en buena parte el sillar. Este es el caso de nuestra iglesia parroquial de Nª Sª de la Concepción, contemporánea a la Iglesia parroquial de El Salvador.
Este edificio, iniciado en 1532, se erige sobre una antigua iglesia propiedad de la Cofradía hospitalaria de San Juan de Letrán, dedicada a atender a enfermos y moribundos y enterrar a los muertos.
El hospital, tras la construcción de las instalaciones de la residencia de ancianos, fue demolido.
La iglesia de aspecto sobrio y austero conjuga los elementos musulmanes con el estilo renacentista, que en los primeros años del siglo XVI se estaba instalando en Caravaca. En ella se busca la racionalidad y la economía, se persigue más la creación de un espacio orgánico, que la iluminación o la orientación.
Es de una sola nave de cuarenta metros de larga por veintitrés de ancha, a manera de crucero se abren dos capillas simétricas, a la izquierda la de la Cofradía de San Juan de Letrán y a la derecha otra de menor interés arquitectónico por la que se accede a las dependencias del servicio de la iglesia.
Las cubiertas son dignas de destacar. Es preciso diferenciar la del presbiterio de la que cubre la nave principal. La del presbiterio se cubre con bóveda de crucería de terceletes de tradición gótica, y la nave principal está cubierta por un impresionante artesonado en madera (material típicamente mudéjar). Está dividido en tres tramos, cada uno de ellos con ornamentación diferente, lo que le hace original frente al resto de obras mudéjares.
El artesonado recibió decoración pictórica que no impide ver el color de la madera. Los colores conservan aún su brillantez y viveza. Es una obra del primer tercio del siglo XVI de par y nudillo, sostenida por arcos transversales de medio punto.
En el camarín central del retablo mayor espléndida escultura de la “Inmaculada Concepción”, titular de la iglesia, obra de Francisco Fernández-Caro, realizada en 1792.
La torre es obra del siglo XVII, se levanta en la cabecera de la iglesia y está compuesta de cuatro cuerpos.
En 1586 se concede licencia para fundar en Caravaca un convento de padres carmelitas descalzos, que en un principio se instaló en una pequeña casita ubicada en las cercanías de la Iglesia de La Concepción, que actualmente todavía se conserva, y que utilizaría San Juan de la Cruz como vivienda en las siete visitas que realizó a nuestra ciudad. Unos meses más tarde, en marzo de 1587 se fundaría el actual convento, muy cerca de esa primitiva edificación, con licencia del rey Felipe II y en cuyo traslado estuvo el propio Padre San Juan de la Cruz, según atestigua el Libro de Becerro de la comunidad de Padres Carmelitas de Caravaca.
A mediados del siglo XVII el edificio se dará por terminado, sin embargo las obras de la nueva iglesia se concluirían un poco antes, el año 1635.
En las primeras décadas del siglo XVIII el convento sufriría una ampliación importante motivada por la creación en Caravaca del noviciado de la provincia carmelitana de “Santa Ana” recién creada. Y a continuación se empezaría a construir la capilla de Santa Teresa, que ha permanecido inacabada siempre, hasta principios del 2006 en que, aprovechando las obras de adaptación de parte del convento a hospedería conventual, finalizó su construcción.
Actualmente parte del convento está destinado, como decimos, a hospedería que hace las delicias de cuantos nos visitan, ya que entre sus paredes se encuentra toda la historia carmelita en Caravaca de la Cruz auspiciada por San Juan de la Cruz.
Así mismo, con motivo de la celebración del Año Jubilar Teresiano (15-octubre 2014-15 de octubre 2015), en la iglesia del convento de Ntra. Sra. del Carmen, de los Padres Carmelitas Descalzos, para aquellos que peregrinen al templo, se podrá obtener la gracia de la indulgencia plenaria cumpliendo las condiciones acostumbradas (asistiendo a algún rito sagrado, o al menos orando ante una imagen de Santa Teresa, terminando esta oración con el Padrenuestro, el Credo e invocando a la Santísima Virgen María y a Santa Teresa de Jesús).
Horario de Apertura: de 10:30h. a 14:00h. Misas: de lunes a sábados: 10h. – 19:30h., domingos: 10h. – 12h. – 19:30h.
Da nombre a la calle en que se encuentra situado, siendo ésta una de las arterias caravaqueñas de más arraigo e historia de la ciudad.
Fue en el año 1577 cuando un grupo de personas devotas hace una petición para que se funde un monasterio de Santa Clara en la villa de Caravaca, recibiéndose una Real Provisión en 1582 pidiendo información de donde se podía ubicar este convento y si habría personas dispuestas a contribuir en su fundación. Así el Ayuntamiento ofreció la antigua ermita de San Bartolomé y las construcciones anexas que los jesuitas acababan de abandonar para instalarse en su nuevo colegio de la C/ Mayor, e informó que D. Ginés de Perea, antiguo Alcalde Mayor, estaba dispuesto a donar todos sus bienes a su muerte para la fundación de dicho convento, que junto a los donados por Dña. Catalina de Robles podrían ser suficientes para llevar a cabo las obras.
Así las cosas cuatro años después llega la autorización formal para la fundación del Convento, pero por razones económicas las obras no comenzaron hasta 1609 en los terrenos cedidos en un principio. Así pues la fundación del Convento de Santa Clara se celebra solemnemente el 27 de septiembre de 1609.
Se aprovechan parte de las edificaciones que ya había en pie y se van adaptando y anexando otras, así la iglesia fue en un primer momento la antigua ermita que les había sido cedida. No obstante, y debido a la escasez de medios, tónica común en la sociedad del siglo XVII caravaqueño, no fue hasta finales de siglo y principios del siguiente cuando se acomete un proyecto de adecuación integral tanto del monasterio como de la iglesia, consiguiendo las monjas el dinero necesario para el mismo de las herencias y donaciones que les iban haciendo.
En 1718, coincidiendo con la festividad de Santa Clara, se inaugura la nueva iglesia, y unos años más tarde se hacen ampliaciones en el Convento anexando unas viviendas propiedad del mismo.
En la cúpula de la iglesia existe un pequeño orificio por el que las madres clarisas dejan caer miles de pétalos de rosa en la mañana del día 4 de mayo cuando la Stma.y Vera Cruz visita la iglesia.
La estructura actual del monasterio de monjas claras de Caravaca de la Cruz es en líneas generales, la misma que tenía durante la época barroca de su construcción, ciñéndose a los postulados de las casas de religión franciscanas.
Es la única de las ermitas caravaqueñas que aún cumple con el cometido para el que fuera edificada, dar servicio religioso a uno de los populosos barrios de Caravaca de la Cruz. En ella todos los primeros viernes de marzo tiene lugar el solemne besapies ante la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Su construcción se inicia muy posiblemente hacia el primer cuarto del siglo XVII, ya que hacia 1632 hay referencias a la misma, y fue finalizada según configuración actual a lo largo del XVIII, en que sufrió numerosas ampliaciones, como la construcción de un camarín que supuso incluso una modificación urbanística, dado que se le permitió cubrir con una especie de túnel sobre la C/ Atienza, sobre el cual iría el camarín. Es de una sola nave.
Se encuentra junto a la típica plaza de los Caballos del Vino (conocida popularmente como Plaza del Hoyo), donde se encuentra un monumento al Caballo del Vino.
El edificio donde se ubica el Museo forma parte de las instalaciones de la Basílica-Santuario de la Stma. y Vera Cruz. Está ubicado en la tradicional Casa del Capellán, y se compone de tres salas dedicadas a la historia de la Sagrada Reliquia, al ajuar litúrgico y a la arqueología del Santuario. Su colección básica procede del antiguo Museo de Arte Sacro e Historia de la Vera Cruz.
El Museo comprende colecciones de orfebrería, pintura y documentos. Dentro de la pinacoteca destacan 6 óleos sobre tabla del siglo XVI, originales de Hernando de los Llanos, pintor que fuera discípulo de Leonardo da Vinci. Cuatro de ellos narran el Milagro de la Aparición de la Cruz.
En orfebrería encontramos la Custodia-Ostensorio de la Cruz , de principios del siglo XVI, regalo del primer Marqués de los Vélez y Comendador de Caravaca, Pedro Fajardo. El Portacruz de los Baños, regalo de Luis Fajardo, segundo Marqués de los Vélez, es otra pieza a destacar. Digna de mención, es la caja-estuche de plata sobredorada donada hacia finales del siglo XIV por el maestre de la Orden de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa.
Destaca como pieza importante en el Museo la “Casulla de Chirinos”, un tiraz musulmán adaptado a la forma de ornamento litúrgico que se cree portaba el sacerdote Chirinos en el momento de la milagrosa Aparición de la Cruz.
También se ha hecho visitable parte del antiguo trazado del Castillo, recientemente excavado, en donde se puede ver una antigua mazmorra de la época.
Dirección:
Basílica-Santuario de la Santísima y Vera Cruz
Datos de contacto:
Tlf. 968 70 56 20
Fax: 968 70 51 99
Ubicada en la casa señorial de la familia Muso Melgarejo, edificio barroco preciosamente restaurado, situado en el casco antiguo de nuestra ciudad, a unos pasos de la Plaza de los Caballos del Vino, escenario tradicional de varios de los actos integrados en esta fiesta singular, única en el mundo, que se celebra el día 2 de mayo. 60 caballos lujosamente enjaezados con piezas bordadas recorren las calles de la ciudad, concluyendo con la tradicional carrera.
En el interior de la Casa-Museo podemos conocer la historia y desarrollo de esta fiesta, propia y exclusiva de los caravaqueños, declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial y candidata a ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
El enjaezamiento de los Caballos del Vino está integrado por múltiples piezas bordadas con seda, pedrería y canutillo de oro y plata, elaboradas a medida para cada uno de los caballos, que se renuevan cada año, y cuyo mérito será, además de su propia belleza y complejidad, el que luzcan perfectas en el animal.
Las piezas expuestas muestran la evolución de los Caballos del Vino a lo largo del siglo XX, desde los sencillos enjaezamientos tradicionales de principios de siglo a base de colchas de novias y otras prendas domésticas hasta los extraordinarios bordados del presente. Diferentes épocas unidas por el sentimiento común que a lo largo de la historia ha mantenido viva la fiesta, animando a las sucesivas generaciones de caravaqueños a trabajar con ilusión para engrandecerla y mejorarla año tras año. Historia mostrada con amor y respeto hacia sus protagonistas, en barrocos bodegones que recrean la grandeza de los Caballos del Vino.
El contenido incluye asimismo diversos audiovisuales que recogen los momentos más importantes de la fiesta, transmitiendo su belleza, fuerza y emoción, destacando el dedicado a su momento culminante: la legendaria carrera de los Caballos del Vino, así como un espacio propio dedicado al futuro de la fiesta, los ponys y sus correspondientes pequeños caballistas, en su exhibición del 3 de mayo.
Dirección:
Calle Gregorio Javier Nº21
Datos de contacto:
Tlf. 868 18 50 96
Edificio conocido como Palacio del Marqués de San Mamés o Casa del Señor de Uribe.
Se trata de un inmueble cuya referencia histórica más antigua data del siglo XVI, perteneciendo inicialmente a don Luis de Mora, pasando posteriormente a la familia Uribe en el siglo XVII, uno de cuyos descendientes fue el Marqués de San Mamés. Este edificio ocupa una superficie construida de 2000 metros cuadrados, que se distribuyen en cuatro plantas, todo ello dentro de una parcela de 2.100. metros cuadrados.
En el Museo se muestran trajes cristianos y moros, así como ornamentos utilizados en las fiestas que en honor de la Stma. y Vera Cruz, se celebran del 1 al 5 de Mayo, así como los atalajes con los que se enjaezan a los Caballos del Vino en la mañana del día 2 de Mayo (vestimentas bordadas en oro y seda).
Dirección:
C/Las Monjas, 19
Datos de contacto:
Tlf. 968 70 56 20
Fax: 968 70 51 99
Iglesia construida en el mismo emplazamiento que tuvo la primitiva ermita medieval del Salvador. Fue edificada en el segundo tercio del siglo XVI y es un edificio renacentista de un importante valor arquitectónico.
El Museo descubre, a través de sus piezas arqueológicas y varios módulos interactivos, cómo vivieron nuestros antepasados a través de un recorrido cronológico por los principales periodos culturales de la Humanidad.
Es un equipamiento de primer orden situado en pleno centro histórico de la ciudad. Recoge piezas de gran valor, fruto de los numerosos hallazgos realizados en las excavaciones efectuadas en diversos yacimientos arqueológicos de Caravaca de la Cruz, sobre todo en las llevadas a cabo en el complejo íbero-romano de “La Encarnación. En este Museo podemos encontrar cerámicas, armas, monedas, elementos arquitectónicos, etc…
Dirección:
Cuesta del Castillo, Antigua Iglesia de la Soledad
Datos de contacto:
Tlf. 968 70 56 20
Fax: 968 70 51 99
Ubicado en el llamado “Torreón de los Templarios”, edificación del siglo XVI que probablemente hereda su nombre al levantarse sobre una construcción anterior de origen templario, está situado a la entrada del paseo principal de “La Fuentes del Marqués”, y sobre el que la imaginación popular ha tejido numerosas leyendas.
Este Centro pretende dar a conocer los valores del Noroeste Murciano, de Caravaca de la Cruz y del Paraje de las Fuentes del Marqués. El visitante encontrará en él todo lo que debe saber sobre la vegetación, la fauna, los paisajes y los sistemas ecológicos de esta comarca. Conocerá también los usos humanos, la historia y la cultura ancestral de nuestra tierra. Pero sobre todo encontrará las claves para aumentar su respeto y apreciación por este entorno y para comprometerse personalmente en su conservación.
La visita al Centro será un paseo relajado pero activo por la realidad natural del Noroeste. Se presentan informaciones, sugerencias y sensaciones para que cada persona pueda “interpretar” la realidad que le rodea, para ir a conocer el paraje natural y las especies naturales de la comarca disfrutando con su belleza y aumentando el conocimiento de la naturaleza.
Dirección:
Paraje “Fuentes del Marqués”
Datos de contacto:
Tlf. 968 70 56 20
Fax: 968 70 51 99
El Museo de Música Étnica, Colección Blanco Fadol, está situado en la pedanía de Barranda del municipio de Caravaca de la Cruz (Murcia). Es un museo temático, que tiene como finalidad presentar a todo tipo de público, las formas, sonidos e información en general sobre instrumentos y músicas del mundo, para que a través de los mismos conozcamos más nuestra propia tradición musical, ya que existe una antigua y estrecha relación entre los instrumentos y las músicas de diferentes culturas que no han sido contempladas con profundidad.
El Museo pertenece a la red de museos autonómicos y se ubicó en Barranda porque esta localidad es, desde hace veinticinco años, el referente más importante en lo que a música tradicional o de raíz se refiere y por la recuperación y mantenimiento de las Fiesta de las Cuadrillas. Es un museo del siglo XXI en el que se han incorporado todas las nuevas tecnologías a través de paneles gráficos, pantallas táctiles y sistemas individuales e interactivos de audio y vídeo.
La exposición ofrece un importante valor organológico y didáctico por medio de reproducciones de instrumentos musicales creados por Leonardo Da Vinci, las innovaciones del maestro Renné Gamboa, o del mismo Carlos Blanco Fadol quién muestra un ejemplo de sus creaciones instrumentales. En estas salas encontramos, junto a los elementos expositivos de los cinco continentes, pantallas interactivas dotadas de auriculares en las que el visitante tiene acceso a la información, el sonido y la imagen visual de los instrumentos que se observan.
Con este tipo de exposición, se trata de preservar un importante legado cultural de la humanidad, ya que a través de los instrumentos musicales se puede también conocer una modalidad de vida, el hábitat, influencias de un pueblo hacia otro, ritos ancestrales, religiosos, etc.
Dirección:
C/ Pedrera. Barranda. (Caravaca de la Cruz)
Datos de Contacto:
Tlf. y Fax: 968 73 84 91. Tlf: 968 70 56 20. Fax: 968 70 51 99.
Este espacio expositivo está ubicado en el que fuera palacete de la familia Muñoz Otarola y casa natal del artista caravaqueño José Carrilero, en el que se pueden admirar 90 obras escultóricas y pictóricas del escultor local.
De esta forma se cumple el deseo del autor para que su obra, dispersa durante algún tiempo por diferentes ciudades, pueda exponerse definitivamente en su ciudad natal.
La obra del autor caravaqueño se caracteriza por una expresiva compatibilización del clasicismo con posturas renovadas, fruto de su aportación personal. Rasgos destacables de su obra escultórica son su particular tratamiento de la figura humana, los contrastes de luz y sombra o el tratamiento de las superficies.
Todo ello, conjugado con el protagonismo concedido a la acción y el movimiento y la capacidad de generar sentimientos dramáticos a partir de recursos formales, lo cual, determina una obra madura que tiene una gran proyección nacional e internacional.
Dirección:
Plaza José Carrilero.
Datos de contacto:
Tlf. 968 70 56 20
Fax: 968 70 51 99
El Paraje de las “Fuentes del Marqués”, catalogado como Sitio Histórico, es uno de los grandes atractivos del municipio de Caravaca de la Cruz. Dicho paraje viene a constituir un parque natural en las afueras de la ciudad, de la que dista poco más de dos kilómetros. Se puede acceder a él bien por la Avda. de los Andenes (en automóvil), siguiendo después por el Camino de Mayrena, o bien siguiendo el Camino del Huerto, si se prefiere ir andando.
Los dos caminos confluyen en “El Molinico”; desde allí la ruta es única hasta “Las Fuentes del Marqués” Se encuentran localizadas a los pies de la Sierra del Gavilán y el Buitre, con una extensión de 17.4 Hectáreas. El especial microclima de la zona, caracterizado por la presencia de agua, confiere al medio biótico y al físico especial peculiaridad, encontrándose en una reducida área gran cantidad de especies animales y vegetales que otorgan al paraje una clara singularidad.
Los manantiales de donde fluye el agua están situados al final de este largo paraje, y son los popularmente conocidos como Sartenes (grande y pequeña), con un caudal medio de 320 I/sg. Las primeras citas sobre el lugar se deben al geógrafo árabe AI- Himyari (s. XIII y XIV).
Parte importante de las Fuentes es el paraje de las Cuevas del Marqués, situadas sobre una colina dominando las Fuentes. Se cree, por los materiales cerámicos encontrados que datan del s. XI, puede tratarse de un asentamiento estable con fines agrícolas, sin carácter militar.
Es el macizo más elevado de Caravaca de la Cruz, con una cumbre de 1615 metros de altura. Es una zona protegida como ZEPA (Zona de especial protección para las aves) con 1483,19 hectáreas de extensión, particularmente por la presencia de buitres leonados (Gypsfulvus).
Es un auténtico vergel de encinas, pinos, sabinas y arces, poblada de una fauna riquísima entre la que destaca además del buitre leonado, el halcón peregrino, el búho, la lechuza y la cabra hispánica. La vegetación es de bosque y matorral de carrasca.
Está enfrente de la Cuerda de la Serrata, otra singular montaña de la zona. Mojantes es un cerro que desde los 1000 metros de altitud media de los llanos que la circundan surge hasta los 1615 metros de su vértice geodésico.
Desde Caravaca de la Cruz podemos acceder a la misma dirigiéndonos a la pedanía de Barranda, por la RM-730 y tras sobrepasar esta población, seguir por la misma carretera en dirección a la Puebla de Don Fadrique y a pocos kilómetros a mano derecha del sentido de la marcha aparece la mole inconfundible de la Sierra de Mojantes.
Ecosistema de alta montaña. Es un frontal calizo que emerge del bosque de pinos. Estos escarpes llegan a alcanzar los 1306 m, donde podemos admirar un paisaje fascinante, debido a los monolitos de piedra, que propician un lugar ideal para que la cabra montesa campe a sus anchas. Continuando más hacia arriba se llega al Buitre, ya en Moratalla, que alcanza los 1427 m. de altitud.
Entre la Peña Rubia y el Buitre se encuentra el Nevazo de arriba, donde podemos encontrar una gran variedad de árboles entre los que destacaríamos los pinsapos, arces, chopos, cedros, etc. los cuales conforman un paraje forestal de gran belleza. En este mismo paraje existe un merendero donde poder pasar un día muy agradable en contacto con la naturaleza, al cual se accede por una pista forestal en buen estado que parte de Caravaca de la Cruz y que pasa también por el merendero del Nevazo de Abajo, con mesas y bancos de piedra, cocinas, una fuente y sombra abundante.
Según una leyenda caravaqueña el gigante Tomir duerme frente al poniente de la ciudad. En los atardeceres, desde el “Camino del Huerto”, ven la silueta del gigante los ojos de los idealistas, siendo la Peña Rubia su cabeza.
Cuentan las crónicas de unos astrólogos agoreros que cuando algún ejército invasor amenace la ciudad, el gigante despertará de su sueño y librará nuevamente de enemigos a Caravaca.
Las Tosquillas es un nacimiento de agua natural rodeado de una gran variedad de vegetación y que acoje bellas leyendas sobre mujeres de agua.
Cerca del lugar se encuentra un merendero y los restos arqueológicos de La Cabezuela.
Enmarcada al Norte, Este y Sur por la Rambla de las Buitreras y el río Argos entre barrancos, peñascos, lomas y ramblas cubiertas de romeros, enebros, lentiscos y un denso pinar. Su área central culmina en el Pinar Negro (1477 m.)
La Sierra del Gavilán se incluye en la lista de lugares susceptibles de ser clasificados como Lugares de Importancia Comunitaria (LIC). Esta zona constituye una importante riqueza de endemismos como Thymusfunkii y otras especies presentes en el Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia.
Entre las especies de fauna destacan las rapaces como el búho real, águila culebrera, halcón peregrino, águila real y busardo ratonero, junto con otras como la chova piquirroja, todas ellas, salvo el busardo ratonero, incluidas en el Anexo I de la Directiva de Aves (72/409/CEE ). Otras especies de mamíferos presentes son el jabalí, el zorro, la garduña, la gineta y el tejón.
Moratalla rezuma historia, se respira en el ambiente de sus callejas angostas, barrio medieval, que conserva su añeja estructura. Construida sobre restos mas antiguos, no es hasta 1245 cuando se crea la Encomienda y se delimita el termino de la Villa. Tierra de frontera hasta la caída del Ultimo reino musulmán en 1492, el paseo por sus empinadas cuestas hacia el Castillo Fortaleza nos trasladara, sin duda, a aquellos lejanos tiempos en los que la población se cobijaba dentro de as muros que protegían a la Villa. Las vistas desde la Torre del Homenaje sobre la huerta, las cañadas y sierras aledañas, son tan bellas como emocionante es la ascensión por su vertical escalera de caracol que une la Sala de Armas y la Sala del Homenaje. Yen lo mas profundo de la Torre, el aljibe, fundamental para hacer frente a los posibles asedios sobre la fortificación.
La poza de los Baños de Somogil, se encuentra en Moratalla muy cerca del camping de la Puerta. Este entorno fluvial de la Puerta, es quizás, el mejor conservado y salvaje del interior de la Región de Murcia, con sus hoces, cortados, bosque de ribera, saltos y cascadas.
En esta poza confluyen dos corrientes de agua. Una superficial, la fría, que aporta el chorro del arroyo Hondares desde su lejano nacimiento; y otra subterránea, la caliente, que brota del interior de un profundo acuífero a 26º aprovechando una falla en la roca caliza. Dos grifos naturales: el frío y el caliente, como en un spa pero en la naturaleza, al aire libre, rodeado de árboles en un incomparable paraje.
En la superficie del agua es visible el burbujeo que produce ascendiendo desde el fondo de la poza. Dos grifos naturales: el frío y el caliente, que podrás comprobar tú mismo si te sumerges en esta poza. La poza remansa ambas aguas ,ideales para un relajante y tonificante baño. Un lujo natural al alcance de cualquiera.
Los baños de Somogil han existido desde tiempo inmemorial, ruinas en los alrededores son testigos de una etapa anterior.
Hubo un tiempo en el que los vecinos de Moratalla subían a bañarse, guardando turnos separados entre hombres y mujeres, que un vigilante marcaba con un toque de trompeta.
Sin duda, el viajero que ha descubierto Cehegín ha hecho un salto inmenso al pasado al encontrarse con una villa llena de historia, marcada por una naturaleza rebelde y toda una colección de conquistas de las diferentes civilizaciones que dejaron su huella aquí.
Cehegín no siempre se llamó así. Aunque se tienen pruebas de que ya existió vida 4000 años antes de Cristo, serían los íberos los responsables del primer asentamiento en Cehegín en lo que llamaron inicialmente Begastri. Con la llegada de los romanos, Begastri vivió cierto esplendor con la construcción de diversas edificaciones típicas de la época clásica, pero siempre estuvieron bajo la amenaza de los bárbaros.
El emplazamiento de Bullas ha sido empleado como asentamiento humano durante siglos. De los descubrimientos arqueológicos encontrados en el Cabezo de Oro («Pasico Ucenda») se puede deducir que las primeras evidencias se remontan a aproximadamente cuatro mil años. Asimismo, de la Antigua Roma se tienen numerosos testimonios de su civilización en villas agropecuarias como Fuente Mula, Fuenblanquilla, La Loma y la más importante de todas: Los Cantos, en la que se halló una pieza arqueológica de excelente factura, que en principio se creía que era una estatua infantil de Baco pero que es una representación del otoño mediterráneo, que actualmente se halla en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.
La conocen como la ciudad el vino, ya que no solamente constituye un producto de enorme calidad salido del saber hacer de las gentes de Bullas sino también un auténtico signo de identidad para todo el municipio.
De la tradición del vino dan testimonio muchas casas del casco antiguo y otras del campo donde todavía quedan restos de pequeñas bodegas familiares en sus sótanos. Un acta capitular de 1849 aporta datos que nos aproximan al conocimiento de la manera de cultivar la viña y al sistema de elaboración del vino, todo un modo de vida entonces.
En Bullas la vendimia se hacía tarde, nunca se comenzaba antes de las Fiestas de Octubre; incluso en algunos años, el Ayuntamiento dictó bandos prohibiendo vendimiar antes, con lo que la uva se cosechaba con un alto índice de maduración y, por consiguiente, un alto grado de azúcar; de ahí que se obtuvieran unos vinos con mucha graduación alcohólica. La elaboración se hacía en bodegas particulares, bien propias bien alquiladas a aquellos propietarios que las tenían en desuso o que no las utilizaban en toda su capacidad. Como la cantidad de vino que se producía era mucha, los excedentes se exportaban a otras poblaciones de la región (sobre todo a Lorca y a Totana), e incluso a otras provincias limítrofes. Su transporte se hacía en pellejos a través del Camino Real de Lorca mediante carretas tiradas por bueyes o mulas.
Su situación geográfica y su historia confieren un atractivo especial a este municipio. Bañada por cuatro ríos y dos pantanos, Calasparra goza una situación privilegiada, sus aguas configuran un atractivo para el viajero, no sólo por la riqueza de su paisaje sino también por la variedad de actividades que en él se pueden realizar (espeleología, barranquismo…). El descenso del río Segura-Cañón de Almadenes-transcurre en un Espacio Natural Protegido de Bosque de Ribera, en el que habitan algunas de las últimas nutrias de la Región y una gran variedad de aves acuáticas.
También podemos visitar el Santuario de la Virgen de la Esperanza,que está situado en una gruta excavada en la roca a 6 km de Calasparra. Los primeros datos que hablan de él son del siglo XVII.
En el santuario se albergan dos imágenes de la Virgen de la Esperanza conocidas como La Pequeñica y La Grande. La imagen pequeña, según cuentan, fue hallada por un pastor que guardaba su ganado en la cueva excavada por el agua del río Segura. Los vecinos de la villa intentaron trasladarla al municipio de Calasparra pero debido a su peso entendieron que la Virgen deseaba ser venerada en la gruta.
El producto estrella del municipio es el arroz, el coto arrocero de Calasparra produce anualmente unas 3.500 toneladas anuales de este producto, cultivado y recogido de forma tradicional desde hace siglos. No en vano, es el primer arroz del mundo en obtener esta Denominación de Origen.